domingo, 3 de marzo de 2013

Lecciones del 28-F


Mucho se criticó el certero análisis del PCOE sobre la convocatoria del denominado “Bloque Crítico” para la manifestación del 28-F. En estos momentos podemos observar lo certero de dicho análisis en lo que respecta al fracaso de la movilización del 28-F, tanto por parte del llamado “Bloque Crítico” como por parte de las organizaciones insertadas en la gestión del sistema: PSOE, IU-PCE y los sindicatos UGT y CCOO. 
En nuestro análisis explicamos que lo cuantitativo no supone un cambio en la correlación de fuerzas a la hora de confrontar al sistema capitalista. Pero es que desde ese mismo punto de vista se constata el fracaso de dichas movilizaciones: dos mil personas en la manifestación oficialista(de lo que hay que congratularse) y aproximadamente seis mil personas en la del denominado “Bloque Crítico”. Recordemos que era una movilización convocada a nivel andaluz, es decir, a nivel de las ocho provincias andaluzas, lo que hace más evidente si cabe el fracaso de esta iniciativa que pretendía liberar a los sectores populares andaluces reformando el capitalismo. 


Pero, ¿por qué falló esta movilización? Los comunistas sabemos la respuesta: los análisis en torno a la correlación de fuerzas entre las distintas clases, y su plasmación en el terreno de la lucha de clases, no se pueden hacer nunca desde un punto de vista subjetivo sino que deben partir siempre desde una visión objetiva. Realizar análisis de la realidad sobre una base que no sean estos parámetros es metafísica pura, idealismo, muy alejado de la concepción filosófica del mundo que tenemos los comunistas y muy alejada de la concepción científica del mundo. 


Es un hecho objetivo, y el PCOE así lo viene señalando, que desde hace décadas en el Estado Español se da un proceso a tener en cuenta: la nula ligazón de cualquier sigla que se reclama defensora de la clase obrera y los sectores populares con esta clase obrera y esos sectores populares. Ese papel corresponde históricamente al Partido Comunista, sin embargo el carrillismo supuso la ruptura de la ligazón de las masas con su Partido y ninguna de las siglas del espectro de eso que llaman “izquierda” ha sabido recuperar esa ligazón. Por tanto, falta el ingrediente fundamental de todo proceso revolucionario o de lucha: el sujeto revolucionario, es decir, la clase obrera. 


Los organizadores de la movilización del Bloque Crítico presumían de juntar más de 50 siglas de sindicatos, organizaciones y partidos políticos. Como hemos visto, eso no sirve de nada si ninguna de las organizaciones que se añadían a dicha sopa de siglas tenían una vinculación real con las masas, es decir: ninguna era realmente un movimiento de masas. A lo único que han llegado es a movilizar a los militantes de dichas organizaciones, ya sean partidos o movimientos sociales o ciudadanos. Es decir, se comprueba con los hechos la falta de ligazón con la clase obrera andaluza, que mayoritariamente ha estado alejada de esta movilización.

El subjetivismo es pensar que la sopa de siglas de turno tiene el mínimo poder de convocatoria entre la clase obrera, cuando son “uniones” en torno a lo que denominamos “mesas camilla”, es decir: uniones por arriba, realizadas por las cúpulas(pese a que presumen de ser horizontales) y como consecuencia de ello y su nula ligazón con las masas(con los de abajo) se produjeron las escasas cifras de participación en la citada movilización.


El PCOE ha venido señalando desde hace tiempo, la tarea que tenemos pendiente las organizaciones que nos reclamamos por la superación del capitalismo, por el socialismo. Ese socialismo del que muchos de los participantes en las movilizaciones, en las dos, reniegan y una teoría de la revolución y del desarrollo de la sociedad basada en el socialismo científico que les parece cosa de sectarios, de “puros”, de alejados de la realidad. Las cifras, vuelven a dar la razón a quienes realizan los análisis basados en la ciencia marxista-leninista.


Como decíamos, la tarea principal a día de hoy es recuperar la ligazón de las masas con las organizaciones de clase. Esas masas que no se encuentran agrupadas en las diferentes siglas que componen las “sopas” sino que se hallan en las fábricas, en los polígonos industriales y en los centros de trabajo, donde la incidencia de estas dos convocatorias ha sido nula. Por tanto, nuestros convocantes pretenden transformar la sociedad sin el elemento de cambio, sin la clase obrera, lo cual es un absurdo acientífico que a lo único que lleva es al fracaso.


El PCOE tiene como objetivo crear células comunistas en todas las fábricas y centros de trabajo, como la unidad básica que permita la ligazón dialéctica del Partido con las masas, desde abajo. La tarea es titánica, pero si los comunistas no recuperamos esa ligazón, si dejamos al sujeto revolucionario a su libre albedrío serán la misma burguesía la que rellene esos huecos, esas ausencias. Estos vacíos los rellenará la burguesía conforme a las necesidades del capitalismo monopolista, del capitalismo en esta fase imperialista que tiende a la reacción: es decir, rellenará esos huecos con organizaciones de masas reaccionarias produciéndose así el surgimiento del fascismo como movimiento de masas. 


Pero no sólo eso, sino que la ligazón del Partido con las masas a nivel de centro de trabajo pretende dar la batalla también a nivel de lo ideológico, lo cual es fundamental. El obrero es producto de un modo de producción determinado, nace con el capitalismo y de ahí que todo lo que le rodee a lo largo de su vida sea ideología burguesa, capitalismo en movimiento. El deber del Partido es combatir esta ideología del obrero, que es burguesa, y adoctrinarle en la ideología de su clase social que es la proletaria. Y el método para hacerlo es educarlo revolucionariamente, misión del Partido Comunista armado con la ciencia marxista-leninista.


Nuestros convocantes han dejado de lado esa tarea a nivel de base, debido a la pérdida de la ligazón con los obreros desde abajo que no se plantean recuperar, sino que para ellos la simple concurrencia numérica a las manifestaciones va a combatir esa ideología. No han entendido nada. El obrero, a no ser que se le eduque revolucionariamente, siempre va a ver esas movilizaciones como algo ajeno y dependiendo del grado de ofensiva ideológica de la burguesía, las verá hasta como algo hostil. La mera agudización del sufrimiento debido a tener cada vez peores condiciones de vida no crea por sí sola la conciencia de clase, ni lanza a los obreros a la lucha. Todo lo contrario, será quién llene el vacío ideológico el que lleve a los obreros al huerto. Y cómo vemos en la etapa actual, la burguesía tiene como objetivo cimentar la base ideológica, el modo de pensar que conduzca a formas cada vez más reaccionarias: ataques a la lucha obrera aún méramente económica, a la lucha contra la violencia de género, a la lucha por las cuestiones nacionales, contra la juventud estudiantil, etc. Es decir, la burguesía se ha lanzado a una batalla ideológica abierta para instaurar las bases psicológicas de la reacción, debido a la necesidad para los capitalistas de romper con el propio marco democrático burgués. Todo esto es debido a las necesidades del modo de producción capitalista, esa base a la que debemos mirar para realizar los análisis de clase. 


Los convocantes han dejado de lado esa lucha ideológica, al pensar que conceptos como revolución proletaria, socialismo o dictadura del proletariado asustan a los obreros. Para ellos hay que rebajar el lenguaje y adaptarse a la conciencia espontánea de las masas. No han comprendido nada. Esta conciencia espontánea no rebasa nunca los marcos del Estado burgués, porque el obrero por si solo nunca va a adquirir el conocimiento de su misión histórica: poner fin al capitalismo y construir el socialismo. Por tanto todo lo que no sea confrontar con la ideología burguesa, todo lo que no sea educar revolucionariamente a los obreros es contribuir a afianzar la ideología burguesa. Miremos a Italia, y veremos que esas organizaciones de clase que abandonaron la lucha ideológica( y que tenían millones de votos y militantes) fueron perdiendo todas sus posiciones llegando a la más absoluta irrelevancia y allanando el camino a la reacción y a la derecha populista. 


El tercer eje de batalla es la lucha política. No se puede contribuir a que los obreros sigan teniendo esperanzas en las instituciones de la burguesía. No se puede contribuir a que sigan creyendo que no les hace falta destruir ese estado burgués: su parlamento, sus ayuntamientos, sus leyes, su policía y su ejército, obviando su carácter de clase y su forma de instrumentos de dominación sobre la clase obrera. No se puede engañar a los obreros prometiéndoles un transito pacífico a otros sistemas no capitalistas, que ellos nunca especifican, ni decirles que la burguesía va a ceder voluntaria y “democráticamente” su poder y sus privilegios. La revolución siempre será violenta y el grado de violencia siempre dependerá de la resistencia que ejerzan los explotadores. Tampoco se puede continuar fomentando las ilusiones de los obreros en los órganos del poder burgués, sin tener la menor intención de crear los órganos de poder proletario que mediante la dualidad de poderes confronten y destruyan a los primeros. 


Por todo esto que observamos, señalamos como fallida la experiencia de la movilización del 28-F. Sabemos que muchos no entenderán este análisis, que otros muchos no querrán entenderlo, y que recibiremos toda clase de epítetos negativos. Sin embargo los comunistas no podemos ir tras el rebufo de la conciencia espontánea de las masas, ni pensar en el que dirán. Tenemos que señalar el camino correcto a las masas para transitar hacia el socialismo, a pesar de que ello a veces vaya contra las mismas posiciones de las masas. Los comunistas sabemos, en base a la filosofía marxista-leninista del materialismo histórico y dialéctico que las leyes del movimiento y desarrollo de la sociedad confirman nuestro análisis. Es así como se demuestra su justeza.

Sabemos que otros preferirán ignorar estas leyes del desarrollo científico de la sociedad. Sin embargo los comunistas hemos señalado, y la realidad ha confirmado, que las masas no estaban con estas movilizaciones del 28-F: hay que ser muy ingenuo para creer que en una región de ocho millones de habitantes, con más de cuatro millones de obreros, diez mil personas(contando las dos movilizaciones) son las masas. Por tanto lo que urge es seguir poniendo en práctica nuestra táctica de masas: la creación de células comunistas en los centros de trabajo y la labor de educación revolucionaria del proletariado para recuperar la ligazón del Partido con las masas.

PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)

No hay comentarios:

Publicar un comentario